Un año jubilar sacerdotal para reconciliarnos y ser curados

Un año jubilar sacerdotal para reconciliarnos y ser curados

P. Jefferson García Castrillón, cjm 

La celebración del año jubilar es, en esencia, la celebración comunitaria de la reconciliación, configurándose, como un tiempo privilegiado para vivir la experiencia del perdón, entendiendo que todo tiene como fundamento a Jesucristo, que fue enviado al mundo para “anunciar el año de gracia del Señor” (Lc 4,19) es decir, para amar a los suyos hasta el extremo (Jn 13,1) y reconciliar todas las cosas en él (Col 1,20). Estos movimientos evangélicos permiten comprender la profundidad del misterio del jubileo: La misión del Hijo para anunciar el año de gracia mediante la experiencia del amor que reconcilia todas las cosas en Él. En este sentido, la reconciliación jubilar es una iniciativa de Dios, que en palabras del papa Francisco: es Dios que nos primerea[1]

 En este año santo del jubileo, el papa Francisco agrega a esta dinámica de reconciliación una cuarta palabra: la esperanza, y le pone una característica, la esperanza no defrauda. El papa explica el significado de la esperanza desde el apóstol Pablo: Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado (Rm 5,1-2.5). explicando que la esperanza cristiana ha sido cumplida en el Espíritu que ha derramado su amor en todos.

Un Espíritu que san Juan Eudes descubrió desde su infancia y que asumió como su proyecto de vida, su vocación sacerdotal venía como una intuición que se cumple el 20 de diciembre de 1625 (justamente en el contexto de un año jubilar). Pero la experiencia sacerdotal de san Juan Eudes es de una constante renovación que se puede sintetizar en tres momentos: el joven que es ordenado sacerdote, el sacerdote enfermo por dos años amante de la sagrada escritura que comienza su apostolado en las misiones y descubre la necesidad de formar sacerdotes santos y el sacerdote maduro que encuentra su plenitud en el corazón de Jesús. Esto es, se podría afirmar que san Juan Eudes vivió tres renovaciones de su ministerio: el joven, el misionero y el padre, que se fijan en tres periodos: la ordenación sacerdotal el 20 de diciembre de 1625, la fundación de la Congregación de Jesús y María el 25 de marzo de 1643 y la primera celebración litúrgica publica al corazón de Jesús el 20 octubre de 1672. El gran milagro de san Juan Eudes es dejarse amar por el corazón de Jesús y la Iglesia lo reconoce cuando lo nombra padre, doctor y apóstol del culto litúrgico al corazón de Jesús y María el 31 de mayo del año jubilar de 1925.

En este punto se puede afirmar que el año santo es la celebración de la misión del Hijo, que anuncia el año de gracia del Padre mediante la experiencia del Espíritu derramado en nuestros corazones como manifestación de la esperanza de un amor que reconcilia todas las cosas en Él por el fuego del Corazón de Jesús.

En ese sentido, si el Espíritu es el fuego del Corazón de Jesús que arde de amor por todos, y el amor es la prueba de la esperanza en el Padre por el Hijo, el jubileo eudista es la llama de la esperanza que arde en los corazones. En la experiencia del Corazón, no se entiende la centralidad de un órgano sobre los demás, el corazón habla del ser, del proceso de configuración del ser para los demás. Por eso, el gran corazón eudista, es la convergencia de todos los corazones en uno solo: el de Jesús. Es su corazón el que genera el vinculo de unidad. El padre General de los eudistas hace un llamado que no puede pasar por alto es necesario construir la casa común eudista[2], pocas veces se reflexiona en este punto, pero los eudistas tienen un desafío comunitario en este jubileo: construir la casa común.

La construcción de esta casa común debe tener unos cimientos que ya san Juan Eudes ha dado a la Congregación: El amor a la cruz, la divina gracia, la divina voluntad y el amor al corazón de Jesús y María. Cuatro elementos fundamentales para la vida eudista: Cruz, Gracia, Voluntad y Corazón. Estos pilares sostienen la vida de todo eudista que es ante todo un bautizado y que como tal tiene los fundamentos de todo cristiano: la oración, el desprendimiento, la fe y el odio al pecado. Con estos cuatro fundamentos y cuatro columnas, los eudistas viven su carisma: formadores-evangelizadores.

Evangelizadores sin fronteras, limites o predisposiciones, apasionados por Jesucristo y su deseo que nadie muera sin conocer a Dios teniéndolo tan cerca, y formadores de buenos obreros del evangelio. El carisma eudista cobija una belleza que no puede ser medida: ver a Cristo formado en todos. La formación sacerdotal es un proceso artesanal. Esto hace que todo eudista sea un artesano, paciente, detallista, observador y creativo. El artesano tiene la capacidad de ver el potencial que ninguno otro ve, de trabajar en la arcilla frágil para hacer una obra de arte. El eudista es un artesano consagrado.

La consagración viene dada el día de la promesa de incorporación, la formula prescrita por las constituciones implica afirmar solemne y públicamente la promesa de vivir y morir en la congregación[3], no es esperar la muerte, o tener una vida tranquila sin esfuerzos, o trabajar en el entretiempo; vivir y morir en la Congregación significa dar la vida por ella, por los demás eudistas, por la fidelidad al carisma, por la renovación de la fe del pueblo santo, por la formación de pastores según el Corazón de Dios. Ser consagrados para vivir y morir en la Congregación es entender que la consagración es un acto de resurrección.

 

El papa Francisco define quien es un consagrado expresando: “Somos consagrados, pastores al estilo de Jesús herido, muerto y resucitado. El consagrado –y cuando digo consagrados digo todos los que están aquí– es quien encuentra en sus heridas los signos de la Resurrección. Es quien puede ver en las heridas del mundo la fuerza de la Resurrección. Es quien, al estilo de Jesús, no va a encontrar a sus hermanos con el reproche y la condena”[4] Así, se puede entender por consagrado todo resucitado, es decir, todo reconciliado.

Los eudistas son consagrados porque son reconciliados. La experiencia del año jubilar debe mover a todo eudista a la reconciliación. Las heridas históricas al interior de la Congregación, de la provincia, de la comunidad local, de la vida personal, deben ser resucitadas. La gracia jubilar se expresa en la capacidad de peregrinar a lo profundo del corazón reconocer la herida causada a los hermanos y portando el fuego del Espíritu compartir el deseo del perdón. Así, la gran indulgencia eudista se vive en el peregrinar al corazón del hermano herido y pedir perdón, los eudistas viven un tiempo extraordinario de gracia para pedirse perdón, para reconciliar las ofensas históricas y actuales.

Pero también, en este año jubilar sacerdotal, el eudista debe tener la disposición especial de dedicarle una muy buena cantidad de tiempo de su jornada al sacramento de la confesión, porque así como es un reconciliado que se reconcilia con sus hermanos, debe ser un médico que cura las heridas del pueblo santo, el pueblo de Dios herido necesita de sus pastores médicos para ser curado, pues así lo define san Juan Eudes: el buen confesor es un médico, “Los asocia en su cualidad de médico. Los estableció en su Iglesia para sanar las almas enfermas, e incluso para resucitarlas si han muerto por causa del pecado. Esto los obliga a no poner menos diligencia en reconocer las enfermedades y las causas de su muerte y en aplicar los remedios indicados, que la que emplean los médicos para atender las enfermedades corporales”[5]

 

Este 25 de marzo los eudistas renovarán las promesas de incorporación, el 31 de mayo se unirán en acción de gracias por la canonización de san Juan Eudes, el 19 de agosto celebran la vida del padre fundador y el 20 de diciembre la ordenación sacerdotal de san Juan Eudes. Estos momentos compartidos se pueden vivir con una conciencia clara: renovar la consagración, reconociendo que es un misericordiado; celebrar la santidad, reconociendo el valor del hermano; celebrar la vida, reconociendo la belleza de la Congregación y celebrar el sacerdocio, reconociendo la belleza de Jesucristo.

 

En este sentido, el año jubilar eudista es, en esencia, sacerdotal. Dado que, ser sacerdote es revestirse de la santidad de Cristo, viviendo su ministerio y continuando su vida. La consagración recibida le permite a todo eudista vivir a Cristo resucitado que reconcilia el mundo, por eso, este año no se puede vivir en una experiencia diversa a la del pedirnos perdón y perdonarnos, que significa:  anunciar a todos, con el corazón ardiendo en el fuego apasionante del amor derramado en nuestros corazones, el año santo de la reconciliación y la resurrección del Señor, con la fuerza y la ternura de un artesano de Jesús.

[1] Francisco, Encuentro con la Comunidad Católica de Bulgaria, en la Iglesia San Miguel Arcángel de Rakovski, 6 de mayo de 2019

[2] P. Jean-Michel AMOURIAUX, cjm, Carta a la Congregación de Jesús y María, Roma, 6 de diciembre de 2024

[3] Constituciones de la Congregación de Jesús y María, 75

[4] Francisco, Encuentro con los sacerdotes, religiosos/as, consagrados/as y seminaristas. Catedral de Santiago. Martes, 16 de enero 2018.

[5] San Juan Eudes, Manual del Buen Confesor, OC. IV, p 33

Encuentro Internacional de Asociados Eudistas 2025: Un espacio de peregrinación y renovación espiritual

Encuentro Internacional de Asociados Eudistas 2025: Un espacio de peregrinación y renovación espiritual

Francia, 19 de marzo de 2025 – En el marco del centenario de la canonización de San Juan Eudes y del Año Jubilar de la Iglesia Universal, se desarrolla en Francia el Encuentro Internacional de Asociados Eudistas de Corazón, una convocatoria que reúne a asociados, delegados provinciales e incorporados de la Congregación de Jesús y María.

El evento, que se extiende hasta el 25 de marzo, tiene como objetivo fortalecer la identidad eudista a través de la peregrinación a lugares significativos en la vida y misión de San Juan Eudes. Durante la semana, los participantes recorren París, Lisieux y Caen, entre otras localidades, visitando sitios históricos vinculados al fundador eudista.

En su mensaje de apertura, el Padre Jean-Michel Amoriaux, cjm,  Superior General de la Congregación, destacó la importancia de este encuentro como un espacio de comunión y crecimiento espiritual. “Nos encontramos en peregrinación tras las huellas de nuestro fundador, con el propósito de renovar nuestro compromiso con su legado y dar testimonio de la esperanza en el mundo de hoy”, afirmó.

La Provincia Eudista Minuto de Dios tiene una participación significativa en este encuentro, con un grupo representativo de asociados, acompañados por los coordinadores provinciales, Elizabeth y Luis Eduardo, así como el Padre Geovany Colorado, Cjm quien asiste como asesor provincial. Su presencia resalta el compromiso de la provincia con la formación y misión de los laicos eudistas en la Iglesia y el mundo actual.

Las jornadas incluyen celebraciones eucarísticas, momentos de reflexión y espacios de formación sobre la espiritualidad eudista y la misión de los asociados en la Iglesia. La peregrinación también permite a los participantes compartir experiencias y fortalecer los lazos comunitarios entre las distintas provincias eudistas.

Con esta iniciativa, la Congregación de Jesús y María reafirma su compromiso con la evangelización y la formación espiritual, promoviendo un testimonio de fe arraigado en la tradición eudista y proyectado hacia los desafíos del presente.

El Encuentro Internacional de Asociados Eudistas 2025 culminará el 25 de marzo con una eucaristía en la Basílica de Douvres-La-Délivrande, donde los participantes renovarán sus compromisos y concluirán esta experiencia de fe y fraternidad.

Un solo corazón, una sola misión. Retiro de Asociados Eudistas de la Casa de Formación La Misión

Un solo corazón, una sola misión. Retiro de Asociados Eudistas de la Casa de Formación La Misión

Resaltando la fraternidad de la comunidad y la unanimidad de la misión, los asociados eudistas pertenecientes a la Casa de Formación La Misión – CFLM, vivieron un retiro espiritual para dar inicio al primer semestre con el lema “Un solo corazón, una sola misión” basados en el texto bíblico: “Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, como buenos administradores de la gracia de Dios.” 1 Ped 4,10

El encuentro realizado en la Sede Valamaría – Usaquén, el pasado 1 y 2 de marzo, fue animado por los sacerdotes del equipo de formadores en cabeza del P. Helio Hernández, cjm, rector de la CFLM y los candidatos Pedro Cárdenas y Rafael Beltrán, quienes realizan el acompañamiento pastoral a esta comunidad.

Diferentes enseñanzas enfocadas hacia la consolidación de la comunidad, la sanación y el sentido de pertenencia, fueron desarrolladas durante del encuentro, que además contó con diferentes espacios de alabanza y adoración animados por algunos asociados, quienes con gran alegría y disposición participaron de cada momento del retiro.

En ese sentido, los asociados vivieron momentos de profundo encuentro con Jesús a través de la Hora Santa, dirigida por el P. Carlos Esalas Panesso, cjm, espacios de diálogo espiritual y confesión, y la celebración de la Eucaristía.

Estos espacios son de gran valor para la Provincia Eudista Minuto de Dios, por los lazos fraternos que se consolidan y por el crecimiento espiritual y fraterno que se propician a través de ellos.

Encuentro Nacional de Pastoral Vocacional, una experiencia de riqueza formativa y fraternidad eclesial

Encuentro Nacional de Pastoral Vocacional, una experiencia de riqueza formativa y fraternidad eclesial

La pastoral de la Iglesia es en sí misma la pastoral vocacional, pues la evangelización que se centra en el anuncio de la Buena Nueva está llamada a hacer descubrir a cada creyente su misión y su vocación.

Dando respuesta a esta misión, del 24 al 28 de febrero se llevó a cabo en las instalaciones de la Conferencia Episcopal de Colombia, el Encuentro Anual Nacional de la Pastoral Vocacional, en donde más de cien agentes evangelizadores y encargados se reunieron para dialogar y establecer líneas guías durante el año en la formación de esta pastoral. En representación de la Provincia Eudista Minuto de Dios, participó el Diácono Jesús Medina, cjm como líder y representante en esta área.

Varias temáticas fueron desarrollas durante el encuentro, entre ellas los fundamentos bíblicos de esta pastoral que, en sí, enmarcan el Evangelio y la apuesta por acompañar la misión y el discernimiento vocacional de los feligreses desde el perfil del pastor, tal y como lo compartió el P. Fidel Oñoro, cjm. Otro de los temas desarrollados, en esta oportunidad por el P. Hernán Alzáte, cjm, fue la importancia del acompañamiento psicológico en esta pastoral, pues su práctica y ejecución en estos procesos, son indispensables para llevar un discernimiento idóneo que responda a las necesidades y complementos del bienestar integral de quien quiera discernir su vocación como una apuesta de valor que acompaña a todo aquel que quiere discernir. Finalmente, Mons. Gabriel Ángel Villa, Arzobispo de Tunja, habló sobre el discernimiento, como parte de uno de sus temas de experticia, afirmando que su buen desarrollo y cultivo son indispensables para promoverse en esta pastoral.

Grandes aprendizajes y experiencias se llevaron después de la finalización de este encuentro que, sin más, avivó el fuego de continuar con la tarea evangelizadora y la apuesta de acompañamiento en el discernimiento vocacional.

Un año jubilar sacerdotal para reconciliarnos y ser curados

Formación, misión y esperanza, tres claves para renovar la alegría de ser Eudistas

Por: P. Jorge Luis Baquero, cjm

El jubileo significa un tiempo de gracia y novedad al interior de la Iglesia, que orienta la mirada a dos ejes fundamentales de la comunidad eclesial: la espiritualidad y la misión. En la tradición bíblica y magisterial, iniciar y vivir la experiencia jubilar propicia el encuentro reconciliador con el rostro misericordioso del Padre (espiritualidad), que consecuentemente, suscita la fraternidad y la relación con los otros (misión).

De este modo, la propuesta del año 2025 “peregrinos de esperanza” es un impulso para descubrir que el Señor es fuente y culmen de esperanza y amor para el creyente, en la medida en que forma la convicción y el testimonio de ser comunicador o testigo de esperanza para una sociedad herida y ensombrecida. De ahí lo que señala el papa Francisco en la bula Spes non confundit: “La esperanza cristiana, de hecho, no engaña ni defrauda porque está fundada en la certeza de que nada podrá separarnos del amor divino”[1]. La esperanza de Dios nos encuentra en el camino, para que nosotros la hagamos brillar en nuestros pasos.

De acuerdo con lo anterior, el jubileo de los eudistas que tiene por nombre “Renovemos la alegría de ser eudistas”, es una manera de interpretar y vivir la propuesta jubilar convocada por el papa Francisco. Es una herramienta pedagógica y carismática para contemplar, indagar y divulgar cómo la espiritualidad y la misión eudista es peregrina de esperanza para el mundo.

En tanto se propicie este ejercicio interpretativo, la alegría de ser eudistas será una auténtica renovación, pues no se limita a un vínculo institucional, sino a la identidad con el Misterio de la Encarnación, plasmado en el símbolo de un corazón ardiente que nos ha sido dado, por el Padre, como el más grande de los dones para amar, construir y cuidar la comunidad. Al leerse de esta manera, la espiritualidad eudista es jubilar en su fundamento, al promover temáticas y símbolos que inspiran el encuentro reconciliador con el rostro del Padre y favorecen caminos para una misión esperanzada.

En el contexto histórico de san Juan Eudes ya existían los años jubilares cada 25 años. Durante su ministerio, en la Iglesia se promulgaron tres jubileos liderados por los papas Urbano VIII (1625), Innocenzo X (1650) y Clemente X (1675). Si bien la principal motivación radicaba en la práctica de la indulgencia y la peregrinación a los templos antiguos y tradicionales de Roma, también se abría la puerta al ejercicio misionero, a través de acciones y actitudes misericordiosas hacia los presos, enfermos, entre otras poblaciones[2]. Aunque Juan Eudes no hace referencia explícita en sus escritos a los “años santos”, su propuesta misionera y espiritual guardaba consigo un lenguaje jubilar para la Francia y la Iglesia de su tiempo.

El desarrollo de misiones populares con los enfermos de peste, las víctimas de las guerras de religión y los empobrecidos de su tiempo, junto a la predicación dirigida a laicos y ministros ordenados, la fundación de seminarios y el planteamiento de una enseñanza anclada en el bautismo, el sacerdocio y la encarnación, fueron el fermento del encuentro con lo divino y su respuesta evangelizadora en el gran “siglo de las almas”. San Juan Eudes fue, en su contexto, un propagador de la espiritualidad jubilar. Tres elementos identitarios de la tradición eudista, favorecen el camino para “renovar la alegría de ser eudistas” en perspectiva peregrina, en clave jubilar: formación, misión y esperanza.

  1. Formación

La formación es el itinerario del creyente que busca profundizar cotidianamente en su experiencia de fe; así lo plantea Juan Eudes en Vida y Reino de Jesús en las almas cristianas. No se trata únicamente de una formación intelectual, sino de la disposición para humanizarse a través de la relación con los otros, en donde se capta y revela el misterio de Cristo, donde lo humano y lo divino se integran y eternizan. El jubileo es un puente formativo para el cristiano, en tanto le permite indagar, discernir y profundizar sobre una espiritualidad relacional: fraterna y alegre por naturaleza, vencedora de los individualismos hirientes e inspiradora de la actitud y la obra reconciliadora y misericordiosa.

Lo que el santo francés plantea como “formación de Jesús en nosotros” no es otra cosa que una herramienta pedagógica para dimensionar el sentido e impacto de las relaciones humanas, no por sus propios méritos, sino por la inspiración de la gracia. En síntesis, formar a Jesús es disponerme para la comunidad, en la reconciliación, el amor y el camino junto a ella. ¡Vivir esta certeza ya es todo un jubileo!

  1. Misión

La misión es la vocación de toda comunidad eclesial, es esto clave en el pensamiento de Juan Eudes cuando afirma que la principal tarea de la Iglesia es “hacer nacer” a Jesús en el corazón de las personas. La tradición eudista está impregnada de evangelización y testimonio desplegado en diversos territorios y escenarios; en ambientes populares, educativos, sociales, mediáticos, culturales, intelectuales, entre otros. Acercarse a la misión de los eudistas es descubrir la vitalidad intuitiva para expresar un carisma, es decir, el valor de la creatividad y la novedad para construir el Reino desde la identidad bautismal, la belleza del Dios encarnado y la ternura de un corazón que se dibuja en una hoguera, en consonancia y diálogo con el mundo cambiante.

El jubileo es una experiencia esencialmente misionera, de ahí que la imagen o el símbolo del peregrino no sea únicamente una práctica cultual, sino el rostro del creyente que sale de sí mismo para palpar y adentrarse en las periferias existenciales. En este orden de ideas, así como se promueve la insigne tradición de visitar templos, ha de difundirse el significado del jubileo como un proceso evangelizador en salida. ¡El jubileo es un despertar misionero!

  1. Esperanza

Jubileo y esperanza son dos expresiones complementarias, no solo por el horizonte eclesial del 2025, sino porque no existe nada más esperanzador que la alegría humana. Ella representa una posibilidad de transformación y renovación permanente; en tiempos de guerra es expectativa de paz, en contextos heridos es propuesta de sanación, en lenguajes de muerte y descarte es rostro de salvación. Por eso la esperanza no defrauda, pues orienta la mirada en una alegría sutil pero impactante, capaz de hacerlo todo nuevo.

La alegría de ser eudistas, de identificarnos con la tradición espiritual del amor, significa buscar y crear todos los escenarios para visibilizar la esperanza en un mundo roto. Es un lenguaje profético que ha de resonar en toda la Iglesia, como lo proyectó Juan Eudes desde su contexto y herramientas. ¡Nuestra alegría de ser eudistas será por nuestro lenguaje de esperanza!

Formación, misión y esperanza, tres claves para renovar nuestra alegría de ser eudistas.

[1] Francisco. Spes non confundit, 3

[2] Jubileo 2025, jubileos en la historia: https://www.iubilaeum2025.va/es/giubileo-2025/giubilei-nella-storia.html