Con la alegría del resucitado, el pasado 04 de abril se celebró una Eucaristía en acción de gracias por la vida de los colaboradores que han sido parte de la obra el Minuto de Dios dejando una huella invaluable, así como por aquellos que hoy siguen entregando su vida y talentos en la construcción de este sueño sembrado por el padre Rafael García-Herreros.
La Eucaristía estuvo presidida por el padre Diego Jaramillo, cjm, presidente de la obra el Minuto de Dios, quien con gran alegría y amor fraterno saludó a los colaboradores de las diferentes entidades, resaltando la importancia de su labor en esta obra y animándolos a continuar su misión y servicio con entusiasmo.
En el desarrollo de la homilía, el padre Diego quiso resaltar y recordar los nombres y labor de varias personas que sembraron su semilla en esta obra y que hoy ya están en la casa del Padre, comenzando por la señora María Unda Pérez y el Gral. Julio César García-Herreros Orbegozo, padres del padre Rafael García-Herreros, así como sus hermanos, quienes fueron la primera comunidad del fundador y su apoyo incondicional en la misión del padre.
Continuando con el agradecimiento a esas personas que han dejado su huella en el Minuto de Dios, el presidente de la obra mencionó al doctor Rafael Unda Ferrero, quien estuvo en la junta directiva de El Minuto de Dios hasta su muerte, aconsejando, innovando y dirigiendo los primeros años de producción del Minuto como programa y del Minuto como corporación en el barrio. Así mismo, recordó a diferentes gerentes que dieron su servicio en diferentes obras, entregando sus dones y sembrando el propósito de esta obra para hoy ver parte de sus frutos.
La Eucaristía finalizó con la oración del Siervo de Dios, Padre Rafael García-Herreros y se les fue suministrado a los asistentes la plegaria por el benefactor, la cual se describe a continuación:
Dios quiera que el camino de tus propósitos sea corto para ti.
Dios quiera que el viento esté siempre a tu espalda.
Dios quiera tenerte siempre en el cuenco de sus manos.
Dios quiera que tu corazón esté siempre tan caliente como la llama.
Dios quiera que, cuando venga la muerte, solamente queden detrás de ti las lágrimas de los pobres.
Dios te bendiga siempre. P. Rafael García-Herreros
Comentarios recientes