
Cien pensamientos de San Juan Eudes a la luz de 25 autores
Por: P. Hermes Flórez Pérez, cjm
Como preparación a la celebración de los cien años de la canonización de san Juan Eudes
(1925-2025), quise volver a leer el Cuaderno Eudista 23 con la «reserva y prudencia
necesarias» (Bernal, Editorial, 7), dedicado a la reflexión sobre algunos elementos de dotrina
teológica, pastoral y espiritual bajo el nombre de «Juan Eudes, ¿doctor de la Iglesia?»
También he enriquecido estos pensamientos con el Cahiers Eudista 27: «En el camino hacia
el doctorado, la riqueza de nuestra doctrina espiritual» y el Cahiers Eudista 25: «La formación
de Jesús en nosotros. Aproximación bíblica y teológica, espiritual y pastoral». El punto de
mi interés en una especie de “novena preparatoria” fue aquel Cuaderno 23, por lo que el 27
y el 25 no contienen muchas citas, pero sí algunas fundamentales.
Quiero compartir algunos pensamientos de los veinticuatro autores que me he encontrado y
que me han interpelado (el número 25 es el papa Francisco): Luc Crepy, Joseph Caillot,
Michael Cancouët, Marie-Françoise Le Brizaut, Paul Milcent, Romainn Drouad, JeanMichel Amouriaux, Jean Camus, Jacques Arragain, Daniel Doré, Edoh Bedjra, Carlos
Álvarez, Olivier Michalet, Paul Marie Mba, Guillermo Acero, François-Marie Léthel,
Leonardo Arboleda, José Mario Bacci, Álvaro Torres, Ovidio Muñoz, Higinio Lopera,
Álvaro Duarte, Guilles Ouellet y Carlos Triana. El criterio ha sido encontrar algunos puntos
de interés que pueden «recordar» nuestro patrimonio, según mi opinión, de manera que los
próximos cien años sean de una profunda fidelidad creativa al carisma fundacional. ¡Hay
muchos otros, autores y contribuciones, pero este es un primer ejercicio! Iniciemos.
La metodología que sigo es muy sencilla: según el orden en que aparecen en los Cuadernos
Eudistas 23, 27 y 25. Esto permitirá que el lector no condicione su visión de las principales
categorías que emergen al interpretar a san Juan Eudes, tarea, por cierto, que es necesaria
realizar.
1. ¿Por qué fue canonizado Juan Eudes? Es siempre importante conocer las razones por
las cuales la Iglesia declara la santidad de un bautizado. En el decreto de
canonización, en la que Juan Eudes recibe un título muy particular, no se resalta
ninguna cualidad, ningún carisma personal, ni alguna obra caritativa, pero consagra
el llamativo aporte hecho a la liturgia de la Iglesia. Así fue calificado: “Padre, doctor
y apóstol del culto litúrgico de los Sagrados Corazones de Jesús y de María” (Crepy,
En el camino, 15)
2. La presentación de san Juan Eudes a la Congregación para las Causas de los Santos
para que sea proclamado Doctor de la Iglesia tiene una ventaja innegable: estamos
obligados a profundizar en la herencia recibida de nuestro Fundador. Y esto está
dando sus frutos… (Amouriaux, En el camino, 9)
3. Juan Eudes: sacerdote tomado por el amor del Corazón de Cristo e incansable
misionero en las periferias de su época. Él hace parte de estos santos, suscitados por
el espíritu de Dios que vieron la miseria espiritual de las ciudades, de los pueblos y
del clero, y que han querido formar sacerdotes, a imagen de los Corazones de Jesús y
María, para que sean misioneros y santos (Papa Francisco, En el camino, 180)
4. Monseñor Crepy nos lanza dos preguntas producto de la misma preocupación de Juan
Eudes: ¿cuál es la manera más adecuada de hablar de la relación entre Dios y el
hombre? ¿Cómo pensar y proponer, de manera renovada, la relación de los hombres
con Dios? Respuesta: propuesta de un camino de interioridad y de comunión de la
vida con Jesucristo. Una interioridad habitada por el misterio de Dios (contemplación
de los estados y misterios del Verbo Encarnado) (Crepy, Juan Eudes, ¿Doctor de la
Iglesia?, 12)
5. La fecundidad espiritual, como testigo del Corazón misericordioso de Dios, es uno
de los elementos importantes en la causa del Doctorado (Crepy, Juan Eudes, ¿Doctor
de la Iglesia?, 14)
6. La experiencia de contemplación y de apostolado conduce a Juan Eudes a construir
progresivamente su propia doctrina espiritual, al servicio de las personas encontradas
en sus misiones (Crepy, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 17)
7. Juan Eudes encuentra en el Evangelio de Lucas una imagen simple y un símbolo
fuerte -hoy universal- para hablar tanto a los pequeños como a los grandes del amor
y la misericordia de Dios: el corazón (Crepy, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 17)
8. El amor es, en efecto, el objeto del culto al Corazón de Jesús (Crepy, Juan Eudes,
¿Doctor de la Iglesia?, 18)
9. La mariología eudesiana es toda cristocéntrica (Crepy, Juan Eudes, ¿Doctor de la
Iglesia?, 18)
10. Juan Eudes ofrece una profunda enseñanza acerca del misterio presbiteral y de su
dimensión misionera (una espiritualidad presbiteral) (Crepy, Juan Eudes, ¿Doctor de
la Iglesia?, 20)
11. En Juan Eudes encontramos un notable cuerpo de doctrina muy notable que abarca la
vida cristiana, la vida religiosa y la vida sacerdotal (Crepy, Juan Eudes, ¿Doctor de
la Iglesia?, 21)
12. Los escritos de Juan Eudes reflejan la riqueza de su personalidad y de su ministerio:
pastor, misionero y formador del pueblo cristiano (Crepy, Juan Eudes, ¿Doctor de la
Iglesia?, 22)
13. ¿Podría ser san Juan Eudes uno de los doctores para quienes la Evangelización es
siempre una nueva misión? (Crepy, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 25)
14. En el “Gran Siglo”, tantas crudezas provocan una defensa de los oprimidos
(“indefensos”) y la vigorosa actitud pastoral por el ministerio inaudito de la
misericordia (Caillot, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 28)
15. Bajo los aspectos de la devoción al Corazón de Jesús, está también la imponente
estructura del orden social y político – ¿y por qué no, religioso? – que es subvertida y
derrumbada por un símbolo potente y “popular”, donde el acceso al mundo del amor
divino es ofrecido a todos por igual (Caillot, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 28)
16. Juan Eudes, testigo apasionado del Evangelio, dijo sí… Buscar en todo la voluntad
de Dios (Caillot, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 29)
17. Juan Eudes aparta toda tensión abriéndose al Corazón de Dios (Caillot, Juan Eudes,
¿Doctor de la Iglesia?, 30)
18. Curiosamente Juan Eudes nos habla más de Corazón de Jesús y no de Corazón de
Cristo (Caillot, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 30)
19. Si es verdad que cada cristiano debe continuar y completar la vida de Jesús, es
necesario decirle, enseñarle, recordarle: la renovación de la vida cristiana pasa por
una catequesis acerca del verdadero rostro de Dios revelado en el Evangelio, y por la
llamada incansable a la conversión (Caillot, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 33)
20. Vida y Reino es una magnífica apología del bautismo (Caillot, Juan Eudes, ¿Doctor
de la Iglesia?, 34)
21. No es actuar como Jesús o por Jesús, sino en él (Caillot, Juan Eudes, ¿Doctor de la
Iglesia?, 34)
22. La genialidad y la audacia es esta: los formadores son también evangelizadores y
recíprocamente: estos son los verdaderos pastores según el Corazón de Dios. La
existencia cristiana, que continúa y completa la vida de Jesús, nunca se puede dividir
(Caillot, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 36)
23. Juan Eudes probó que no hay devoción privada, cuando es auténtica, que no sea digna
de ser ofrecida a todos y de ser presentada al tesoro común de la Iglesia (Caillot, 42)
24. La espiritualidad del bautismo está difundida en toda la obra de san Juan Eudes
(Cancouët, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 50)
25. Juan Eudes no busca el modelo de la alianza bautismal en la antigua alianza entre
Dios y su pueblo, ni siquiera en la nueva alianza de Jesús y de su Iglesia, sino en la
unión hipostática, “alianza de la sagrada humanidad del Salvador con su persona
adorable” o, mejor todavía, en la comunión trinitaria; “La unidad del Padre y del Hijo
es ejemplo y modelo de la unión que ustedes tienen con Dios por el bautismo y esta
unión es la imagen viva de esta adorable unidad” (Cancouët, Juan Eudes, ¿Doctor de
la Iglesia?, 53)
26. Juan Eudes sintió perfectamente que la alianza bautismal es un acto donde Dios se
compromete, que una alianza en paridad (Cancouët, Juan Eudes, ¿Doctor de la
Iglesia?, 55)
27. Su descubrimiento y su experiencia de la misericordia se desarrollaron en dos niveles,
los cuales se complementan y se fecundan mutuamente: primero, las situaciones
concretas en las cuales su corazón se dejó tocar; luego una profundización progresiva,
apoyada sobre el sentido original de su palabra, tal como él la podía comprender en
las lenguas latina y francesa (Le Brizaut, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 63)
28. Se puede decir que Juan Eudes hizo de la misericordia un principio para su vida
personal, por su manera de mirar el mundo, por su forma de actuar con las personas
(Le Brizaut, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 66)
29. Juan Eudes se dejó tocar en su vida por el amor de Dios. Él sabía por la experiencia
que es un amor que conoce nuestra miseria y la alcanza […] Este “exponerse” a la
misericordia sin duda Juan Eudes lo realizó por medio de la meditación de la Escritura
(Le Brizaut, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 70)
30. Juan Eudes percibe un lazo profundo entre la Encarnación y la misericordia: para él,
es a causa de su misericordia que el Padre quiso la Encarnación de su Hijo (Le
Brizaut, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 75)
31. En realidad la reflexión de Juan Eudes nos da elementos de una teología de la
misericordia, y sería ganancia para muchos cristianos conocerla (Le Brizaut, Juan
Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 77)
32. El contexto donde Juan Eudes creció fue el de una Iglesia obsesionada por la urgencia
de su propia reforma y de una mejor formación de los sacerdotes (Milcent, Juan
Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 81)
33. Juan Eudes había crecido en una Iglesia atormentada por los desgarramientos de la
Reforma (Milcent, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 81)
34. Juan Eudes nunca dejó de ser, ante todo, aún después de la fundación del seminario,
un predicador de misiones populares (Milcent, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?,
85)
35. Las misiones eran para él el gran sitio y el gran medio de “formación”. Más que
formador, se podría decir que él era el animador, el entrenador, el motivador (Milcent,
Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 85)
36. A lo largo de las largas misiones que animaba, los sacerdotes que constituían el equipo
encontraban tres elementos de formación: la experiencia pastoral en sí, la reflexión
común acerca de esta experiencia, una fuerte vida comunitaria, es decir, una
fraternidad apostólica estimulante para los misioneros (Milcent, Juan Eudes, ¿Doctor
de la Iglesia?, 86)
37. En la formación de los sacerdotes, Juan Eudes insistía muchísimo sobre la atención a
las personas desgraciadas o heridas por la vida (Milcent, Juan Eudes, ¿Doctor de la
Iglesia?, 90)
38. La vocación como llamado de Dios, orientación esencialmente pastoral, unión a
Cristo soberano pastor, predilección por los pobres, intimidad adorante con Dios: he
aquí algunos de los puntos sobre los cuales Juan Eudes insistía en su acción como
formador de sacerdotes (Milcent, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 91)
39. Nuestra hipótesis es: la pertinencia de la doctrina de Juan Eudes para la reflexión
moral católica no se debe buscar en el arte de la confesión que él practica, como la
mayoría de sus contemporáneos eclesiásticos, sino en el concepto de vida cristiana
que él propone como continuación de la vida de Jesús (Drouad, Juan Eudes, ¿Doctor
de la Iglesia?, 94)
40. La vida moral no se reduce para Juan Eudes, a la solución de dilemas éticos, ni a la
cuestión de la ley moral. Ella es, primero y fundamentalmente, el arte de guiar
adecuadamente la propia vida y de actuar reconociendo en Jesucristo la fuente y el
modelo de una vida buena (Drouad, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 95)
41. Afirmar que la vida de Jesús es paradigma de la moral cristiana implica reconocer un
significado ético a la vida de Jesús. El reto es ahora acceder a este significado ético
para que ofrezca al cristiano la fuente de su propia vida moral. Es la doctrina beruliana
de los estados y misterios de la vida de Jesús que, en la enseñanza de Juan Eudes,
ofrece acceso a la ética de Jesús (Drouad, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 95)
42. Aunque algunas veces Juan Eudes designa a Jesús como “modelo para imitar”, la
modalidad de la adhesión a Jesús no es solamente la de imitar un modelo exterior al
cristiano (como Jesús), sino la de la inhabitación (dentro o en Jesús). No se trata
solamente de ser como Jesús, y todavía menos de ser Jesús, sino de actuar en Jesús.
Al exhortar a actuar en el Espíritu de Jesús, Juan Eudes define no solamente la norma,
sino la motivación de toda la existencia moral cristiana: continuar el estilo de vida de
Jesús (Drouad, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 99)
43. Para Juan Eudes, la moral cristiana no puede ser una moral del “justo medio”, una
sabiduría de equilibrio; es más bien una moral de la radicalidad, no en un
encarnizamiento prometeico mortífero, sino en la confianza en Dios y en el amor
(Drouad, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 102-103)
44. Juan Eudes concibe la vida de Jesús como paradigma para la vida moral cristiana. Sin
embargo, su concepto incluye tanto el objeto de la vida moral como el sujeto moral
mismo: primero no es lo que debemos hacer, sino quienes debemos ser para actuar
cristianamente (Drouad, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 103)
45. La moral cristiana no consiste simplemente en buscar las consecuencias morales de
las afirmaciones cristianas. Representa más bien un proceso por el cual la fe forja la
identidad moral, adoptando la misma disposición interior con la cual Jesús percibe la
realidad y actúa (Drouad, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 106)
46. Si la vida moral es la continuación de la vida de Jesucristo, si la Iglesia es su cuerpo
y él es la cabeza que vivifica este cuerpo, de esto resulta que la moral cristiana saca
su substancia de la Iglesia (Drouad, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 108)
47. Ser virtuoso no es un fin en sí. Según el esquema de renuncia a sí mismo y de adhesión
a Jesús, Juan Eudes considera que, cuando el amor de Jesús se profundiza, desvía
cada vez más la atención de las necesidades y de los cumplimientos del sujeto moral.
El amor verdadero -amor dei- descentra de sí y lo trasciende (Drouad, Juan Eudes,
¿Doctor de la Iglesia?, 120)
48. El interés general de la doctrina de san Juan Eudes es concebir fundamentalmente la
vida moral como continuación del estilo de vida de Jesús (Drouad, Juan Eudes,
¿Doctor de la Iglesia?, 124)
49. Según la concepción de Juan Eudes, la vida moral no se puede reducir a la aplicación
de normas en determinadas situaciones. Ella supone una duración, una permanencia
en el tiempo que concierne a la identidad de los sujetos morales (Drouad, Juan Eudes,
¿Doctor de la Iglesia?, 125)
50. En la doctrina espiritual de san Juan Eudes, el desarrollo de la vida interior se presenta
como una importante fuente inspiradora de la implicación de los cristianos en la vida
moral, tanto en su existencia personal como en la vida social y pública (Drouad, 128)
51. Con Juan Eudes vemos que la vida cristiana crecerá en función de la unión interior
de la vida del cristiano con la vida de Jesucristo el Hombre-Dios. Él hablará del
crecimiento del Reino de Jesús o cómo Cristo se convierte en el Señor de toda mi
existencia (Amouriaux, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 137)
52. El camino de comunión con los estados y misterios del Verbo Encarnado arranca en
la vida de Jesús… Nosotros partimos de lo que es la vida de Jesús… El encuentro se
hace de interior a interior (Amouriaux, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 138).
53. ¡No puede ser más claro! El cristiano está llamado a formar a Jesús en él o hacer vivir
a Jesús en él, y Juan Eudes lee esta vocación en las cartas paulinas. Esta fuente es la
que va a dar un color particular a esta “formación de Jesús” en el cristiano, impidiendo
vivirla como un repliegue intimista y dándole, al contrario, una dimensión eclesial y
universal (Camus, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 146)
54. La vida del bautizado no es primeramente una imitación de Cristo o una práctica de
virtudes, sino la construcción del cuerpo de Cristo (Camus, Juan Eudes, ¿Doctor de
la Iglesia?, 148)
55. El primer culto del Corazón es el del Corazón conjunto de Jesús y María. ¿Por qué?
Porque san Francisco de Sales y Bérulle habían convencido al padre Eudes de no
separar estos dos corazones que Dios había unido tan íntimamente. Sin embargo,
hacia 1668, él comprendió que era indispensable instituir también una fiesta al
Corazón de Jesús (Arragain, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 157)
56. Parece que se pueden destacar tres intuiciones teológicas subyacentes a la
espiritualidad eudista del Corazón de Cristo, que están relacionadas con los tres
misterios de nuestra fe: Trinidad, Encarnación y Redención la primera intuición es la
de las estrechas relaciones del Corazón de Jesús y de la Trinidad; la segunda intuición
es la de la inmensidad de este Corazón en la que nos introduce el Verbo encarnado;
la tercera intuición es la de la calidad de gran reparador que es para nosotros el
Corazón del Redentor (Arragain, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 160)
57. Como la Trinidad confió al Verbo la misión de encarnarse para salvar la humanidad,
ella hizo de este Verbo, convertido en Jesús, Hijo de María, el depositario en su
Corazón de todo el amor que las personas divinas tienen hacia nosotros (Arragain,
Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 164)
58. Reparador universal es el Corazón de Jesús Eudista (Arragain, Juan Eudes, ¿Doctor
de la Iglesia?, 167)
59. Las finalidades del culto hacia el Corazón de Jesús yo las vería brotar de tres fuentes
o deseos divinos: primero, que Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo es nuestro amigo;
luego, que él puede y quiere sanarnos; y finalmente que él puede y quiere unirnos a
él y entre nosotros en un corazón único (Arragain, Juan Eudes, ¿Doctor de la
Iglesia?, 169)
60. Pareció necesario afirmar que desde la fundación de los institutos eudistas, la
posteridad tuvo la preocupación de transmitir, como una tradición viva, la
espiritualidad y el ardor apostólico de su fundador (Doré, Juan Eudes, ¿Doctor de la
Iglesia?, 180)
61. Juan Eudes es un hombre de fe que, en su tiempo, dio un testimonio cuyas enseñanzas
son de gran interés para África en búsqueda de un cristianismo de transformación
social y de plenitud de vida (Bedjra, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 192)
62. Su fe lo tiene sin cesar en movimiento, no solamente para unirse a Cristo, hacerse
semejante a él y adherirse a él en toda su existencia, sino también hacia su pueblo
para compartir su lucha por la vida (Bedjra, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 193)
63. La permanencia de Juan Eudes en los toneles de Caen queda siempre como una
llamada para que la proclamación del Evangelio no pase por encima de la vida de sus
oyentes (Bedjra, Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 197)
64. Redinamizando el bautismo en el corazón de la Iglesia de su tiempo, Juan Eudes se
hizo además el apóstol de la vocación de los laicos a la santidad, con la misma
vivacidad con la que exalta el estado clerical con el mismo objetivo (Bedjra, Juan
Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 198)
65. Para Juan Eudes, la cima de la vocación cristiana es la coincidencia de la vida humana
del bautizado con la vida misma de Cristo. La realización de este grado y estilo de
vida hace del fiel un participante de la vida del Reino que es Jesús mismo. La santidad
es, entonces, la adhesión firme surgida entre Jesús y el fiel (Bedjra, Juan Eudes,
¿Doctor de la Iglesia?, 204-205)
66. La contribución teológica de Juan Eudes es fundamental, ya que permite hacer
comprender y arraigar en los corazones y en la existencia social y cristiana la
auténtica fe cristiana, aquella que, fundada sobre una visión cristológica
antropológica equilibrada hace del discípulo el testigo de Dios encarnado en su Hijo
Jesús. Esta fe le hace confesar la unidad de la divinidad y de la humanidad en la
persona de Jesucristo y vivir conforme a ella (Bedjra, Juan Eudes, ¿Doctor de la
Iglesia?, 205)
67. La finalidad ante todo apostólica del padre Eudes engendra en el berulismo el paso
de una enseñanza mística a un compromiso cristiano, en particular por la teología del
bautismo… toda una antropología está en juego aquí (Michalet, Juan Eudes, ¿Doctor
de la Iglesia?, 238)
68. La perspectiva cristológica de Juan Eudes es claramente descendente: en el corazón
corporal del Salvador termina el movimiento de descenso del amor divino, que no
pierde nada de su infinitud, pero esta infinitud se manifiesta como volcada hacia
nosotros. El amor del Padre nos alcanza por medio del Corazón de Cristo (Michalet,
Juan Eudes, ¿Doctor de la Iglesia?, 241)
69. La devoción eudesiana es esencialmente “cordimariana”. Ella estudia el misterio
mariano bajo el ángulo de la interioridad de la Madre de Cristo, como un misterio de
gracia y de caridad, cuyo símbolo es el Corazón de María (Mba, En el camino, 57)
70. Por su insistencia en la imitación de las virtudes del Corazón de María, trono de
virtudes y ejemplo de nuestros corazones, la devoción eudesiana respondería a una
necesidad olvidada muchas veces por las diferentes corrientes marianas (Mba, En el
camino, 73)
71. La espiritualidad del Sagrado Corazón y la del Corazón Inmaculado de María van en
paralelo. El deseo del Magisterio es que las dos corrientes evolucionen juntas sin
confusión. Pero solo la doctrina del santo de Caen realiza este deseo uniendo los dos
Corazones en la reflexión como en el culto (Mba, En el camino, 77)
72. La realeza del Corazón de María presentada por san Juan Eudes encontraría una
extensión social auténtica abriéndose a una devoción mariana social. La explotación
juiciosa del Magníficat, la dimensión profética del misterio mariano y el compromiso
personal de san Juan Eudes contra los males de su tiempo, ¿nos iluminarían estas
cuestiones? Estamos seguros de ello (Mba, En el camino, 79)
73. En el concierto de los estudiosos de su tiempo, Juan Eudes parte de los principios
comunes y sigue una ininterrumpida tradición de lectura espiritual de la Biblia que
no se opone a las consideraciones de tipo literal (Acero, En el camino, 82)
74. Partir de la escucha de la Palabra de Dios no es característica solo de El Corazón
Admirable, sino de casi todos los escritos de san Juan Eudes. Algunas de estas obras
son auténticas antologías de textos bíblicos, como es el caso de las llamadas Reglas
Latinas, o su más íntima y autográfica Memoriale Beneficiorum Dei (Acero, En el
camino, 82)
75. La reflexión sobre el Corazón de María, no llega a la vida de san Juan Eudes como
un tema abstracto o un ejercicio teológico, sino como un camino progresivo de
madurez espiritual que encuentra en la Palabra de Dios (Escritura y Tradición), los
términos adecuados para expresar el misterio (Acero, En el camino, 84)
76. La Animación Bíblica de la Congregación de Jesús y María es un capítulo que
comenzó a escribirse en el siglo XVII, con san Juan Eudes, pero no se ha continuado
con suficiente pasión, constancia y profundidad en nuestros días; no obstante, el rico
y reconocido ministerio bíblico de enseñanza y predicación de varios de nuestros
hermanos (Acero, En el camino, 97)
77. En profunda sintonía con las necesidades de la Iglesia, es hora de redescubrir con san
Juan Eudes, a partir de su experiencia de la Palabra de Dios y de su propuesta
teológica del Corazón de María, “un estilo mariano en la actividad evangelizadora de
la Iglesia. Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo
revolucionario de la ternura y del cariño (Acero, En el camino, 98)
78. Tanto san Juan Eudes como santa María Eufrasia supieron rodearse de colaboradores
para llevar a cabo sus proyectos (Le Brizaut, En el camino, 157)
79. Juan Eudes y los misioneros iban por todas partes llevando el Evangelio, sin
restricciones. Predicaba a los soldados y más ampliamente a la gente de las armas.
Visitaba a los prisioneros y los exhortaba, e intercedía por ellos ante las autoridades
en muchos casos. Este celo misionero también se tradujo en la visita a los enfermos
y al cuidado de los pobres (Amouriaux, En el camino, 186)
80. El sentido que san Juan Eudes da a la formación: no es una actividad o la adquisición
de conocimientos, aquí lo fundamental es lo que pasa en la formación cristiana, es
decir, que Cristo, Palabra de Dios, es acogido y asimilado en la mente y el corazón
humano, de modo tal que se convierte en principio y acción del creyente (Amouriaux,
En el camino, 195)
81. Juan Eudes demuestra de muchas maneras en su primer gran libro, Vida y Reino, el
alcance total de esta comprensión de la misión: anunciar a Cristo es participar en la
formación de Cristo en toda la persona quien se convierte en discípulo, tomado en
todo su ser para manifestar su ser cristiano (Amouriaux, En el camino, 195)
82. La influencia de Bérulle domina los escritos de Juan Eudes y son citados por él a
menudo (Léthel, En el camino, 203)
83. Juan Eudes desarrolla su contemplación de la Iglesia como Cuerpo Místico de Jesús,
en todo su realismo y su percepción de la unidad entre la Cabeza y los Miembros, que
constituyen como una sola persona mística, según la expresión de santo Tomás
(Léthel, En el camino, 213-214)
84. La espiritualidad beruliana -de la que forma parte san Juan Eudes- se reconoce por
una tendencia especulativa y teológica en la que, se fusiona la mística de la esencia
con una profunda devoción a la humanidad de Cristo. Se distingue, además, por una
aguda penetración psicológica por la que muestra un íntimo conocimiento del corazón
humano. Dicha escuela de espiritualidad, acentúa el tema del amor desde el
teocentrismo y cristocentrismo; se funda en el misterio de la encarnación del Verbo,
perfecto adorador del Padre (Arboleda, En el camino, 244)
85. De entre los padres del Oratorio, en Francia, Juan Eudes, sabe apropiarse de esta
riqueza espiritual y la recrea en forma original; la hace más asequible a la mentalidad
de la gente de su tiempo. Diríamos hoy: supo adaptar o, supo inculturar (Arboleda,
En el camino, 246)
86. La predicación y la enseñanza de Juan Eudes se centra en decir que la vida cristiana
consiste en completar y continuar la vida de Jesús como lo ha hecho la Virgen María
(Arboleda, En el camino, 247)
87. La mística concreta, eudista, nos hace comprender que la adhesión a Dios, se da en el
continuar y completar la vida de Jesús en nosotros; este debe ser nuestro principal
deseo, empeño y ocupación (Arboleda, En el camino, 247)
88. Para Juan Eudes, la libertad del hombre radica en el corazón y sucede en el corazón
cuando, él mismo, se abandona en Dios. En la contemplación del Corazón de Jesús
(corporal, espiritual y divino) es como llegamos a ser libres, como podemos amar
(Arboleda, En el camino, 252)
89. El cristiano es uno que, llamado a vivir la vida de Jesús en sí mismo (san Juan Eudes),
asume su existencia como proceso de gradual y continua configuración con él, en su
ser y en su quehacer. Y esto, por sí mismo, constituye un reto permanente de
crecimiento interior de la persona (Bacci, En el camino, 316)
90. La formación de los presbíteros y de todos los agentes de pastoral está en la médula
de nuestro ser eudista. Es el núcleo fundamental del carisma que el Señor suscitó a
través de la experiencia espiritual y de la vida apostólica de Juan Eudes en la Iglesia
(Bacci, En el camino, 326)
91. Siguiendo el consejo de san Juan Eudes para leer la Palabra de Dios, metámonos en
las escenas del Evangelio no solo como curiosos sino como destinatarios, percibir su
frescura, para dejar a Jesús entrar en nuestras vidas y para configurarlas con él (Torres,
La formación de Jesús, 14)
92. Que nuestra respuesta a las exigencias de este nuevo ambiente eclesial y misionero
surja del reencuentro con nuestro modo eudista de vivir el Evangelio: vivir la vida
cristiana al modo de Pablo en la escuela de san Juan Eudes (Muñoz, La formación de
Jesús, 28)
93. La formación de Jesús es el método original que san Juan Eudes propuso para sí
mismo y para todos los cristianos, y especialmente para los miembros de la
Congregación de Jesús y María, llamados a ser misioneros de la divina Misericordia
y evangelizadores – Formadores (Lopera, La formación de Jesús, 54)
94. Dos inspiraciones fundamentales dieron calidad a la vida personal y a la acción
evangelizadora de san Juan Eudes: la formación de Jesús y la misión de la
misericordia y para nosotros constituyen nuestro perfil e identidad eudista como
“formadores de Jesús y misioneros de la divina misericordia” (Lopera, La formación
de Jesús, 74)
95. Desde el misterio de la encarnación se entiende la cosmología, propuesta por san Juan
Eudes, con las tres dimensiones de Naturaleza, de Gracia y de Gloria, así como
también, de manera muy especial, los estados y misterios de Jesús, a través de los
cuales santifica a la humanidad y al cosmos (Duarte, La formación de Jesús, 98)
96. Un punto ampliamente resaltado por san Juan Eudes es la oración de amor. En este
campo son muchas las propuestas: el rosario de amor, el rosario del Padre, el ejercicio
de amor divino, treinta y cuatro actos de amor, cuarenta llamas de amor, además de
las diferentes elevaciones y oraciones que se encuentran a lo largo de sus escritos.
Dentro de una espiritualidad de amor es claro que la oración de afecto ocupa un lugar
central (Duarte, La formación de Jesús, 107)
97. En nombre de los compromisos del bautismo y del servicio eclesial, Juan Eudes, en
el siglo XVII, interpela a las personas de su época para despertar su respuesta al
llamado vocacional. ¿En un contexto eclesial diferente ¿cómo resuena hoy esta
interpelación? (Ouellet, La formación de Jesús, 168)
98. Las Reglas del Señor Jesús y las Reglas de la Virgen María son un tesoro que no
aprovechamos siempre los eudistas. Ellas nos ofrecen un camino o itinerario para
formar a Jesús (Álvarez, La formación de Jesús, 189)
99. Lo que san Juan Eudes desea es que los cristianos nos identifiquemos con Cristo,
lleguemos a ser Jesús, caminando por este mundo (Triana, La formación de Jesús,
194)
100. Pensamos que mientras haya sacerdotes, y los habrá siempre en la Iglesia, hay
puesto para nosotros en ella. No olviden lo fundamental y mantengan siempre como
norma primera la vida de hermanos en la divina caridad (Torres, La formación de
Jesús, 245 [es una Carta de san Juan Eudes a sus hermanos de hoy, según el padre
Torres)
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