Por: Rafael Beltrán, Candidato Eudista

En el marco de la visita canónica del superior provincial, P. Germán Gándara, cjm, se llevó a cabo la inauguración del oratorio y la bendición del altar y el sagrario del nuevo Centro de Servicios La Misión, un espacio al servicio de la Casa de Formación y de toda la Provincia Eudista Minuto de Dios.

Este gesto litúrgico no solo marcó la consagración de un nuevo espacio físico, sino también la afirmación de un proyecto comunitario de fe, fraternidad y renovación espiritual, fiel al sueño del Padre Rafael García Herreros, cjm, de construir una Iglesia encarnada en la vida concreta del pueblo y orientada por la misericordia.

“Si el Señor no construye la casa, en vano se afanan los constructores”, recordó el P. Germán durante su homilía, invitando a reconocer que el verdadero fundamento de este edificio es Cristo mismo, presente en la fraternidad, la oración y el servicio de quienes habitan y sirven desde esta comunidad.

Un edificio para la vida y la misión

El nuevo oratorio se encuentra ubicado en el corazón del Centro de Servicios La Misión, espacio que articula el funcionamiento interno de la comunidad formativa y de la Provincia, y que ha sido posible gracias a una planificación responsable, capacidad de ahorro y generosidad solidaria, incluso en medio de los desafíos económicos.

“Nuestra riqueza no está en los edificios, ni en las capacidades instaladas, sino en los hermanos”, expresó el P. Germán. “Trabajamos por estar lo mejor posible porque somos comunidad, y la comunidad es nuestro mayor valor.”

El acto litúrgico fue también ocasión para expresar gratitud al P. Camilo Bernal Hadad, cjm, quien como anterior superior provincial impulsó con firmeza esta obra, así como a todos quienes, con esfuerzo y fe, han hecho posible su culminación.

De manera especial, se expresó un sentido agradecimiento a la Corporación Industrial Minuto de Dios, que durante más de dos años recibió en sus oficinas a la Casa de Formación y facilitó un espacio que se convirtió en el oratorio Jerusalén, donde día a día se celebró la Eucaristía, se rezó en comunidad y se mantuvo viva la llama de la fe. Ese gesto de hospitalidad y generosidad fue signo concreto de comunión y fraternidad eudista.

Desde la comunidad formadora, el P. Helio Hernández, cjm, rector de la casa, ofreció unas palabras de profundo agradecimiento:

“Recibir un oratorio no es cualquier cosa. Es un signo maravilloso del amor de Dios. Hoy como Casa de Formación le agradecemos a usted, Padre Germán, y a toda la Provincia. Cada sacerdote está detrás de este proyecto. Queremos asegurarle que recibimos este lugar con un corazón agradecido y nos esforzaremos por custodiarlo con entrega y amor.”

Citando a San Juan Eudes, recordó: “Uno de los privilegios más notables de la religión cristiana es la dignidad, la santidad y la majestad de sus templos… Ojalá los cristianos quisieran abrir los ojos de la fe para contemplar la gloria, la belleza y la riqueza de la casa del Señor.”

Un oratorio que forma el corazón

En su intervención, el padre Germán centró su invitación en una afirmación clara y contundente:

“El oratorio debe ser el lugar privilegiado de la formación, el centro donde se celebra y se vive la fe y la relación con Jesús.”

Por eso insistió en que este espacio no es un anexo funcional, sino el corazón de toda vocación, el lugar donde se forja la identidad espiritual del misionero, del Eudista en formación, del hermano en comunidad.

Iconografía que forma y evangeliza

Un momento especialmente simbólico fue la presentación realizada por el P. Álvaro Duarte, cjm, quien describió bellamente el significado espiritual de los tres íconos que acompañan este nuevo oratorio: la Anunciación, el Pantocrátor y Pentecostés.

Él explicó cómo cada uno de estos íconos simboliza una etapa del camino formativo de los candidatos:

  • La Anunciación, como imagen del propedéutico, momento del primer llamado, del «sí» que inicia el camino.
  • El Pantocrátor, Cristo Rey y Maestro, que ilumina la etapa discipular, cuando se escucha, se aprende y se configura la identidad vocacional.
  • Pentecostés, que expresa el envío, la unción del Espíritu y la misión confiada, propia de la etapa configuradora.

“Estos íconos no son simple decoración, son una pedagogía espiritual para nuestra oración. Nos ayudan a rezar con los ojos de la fe abiertos, como decía San Juan Eudes, y a contemplar nuestra historia vocacional bajo la mirada amorosa de Dios.”

Una comunidad para la misión

“Esta no es solo una capilla o un lugar de oración personal; es una casa para el encuentro, un centro espiritual para la Casa de Formación, para la Provincia y para el barrio”, subrayó el superior provincial. En este sentido, se afirmó el compromiso de que este lugar sagrado esté al servicio de la vida comunitaria, la formación, la celebración y la misión.

El P. Germán animó a renovar no solo las estructuras materiales, sino la vida misma, a la luz del Evangelio y de la espiritualidad eudista. Señaló que este momento de gracia debe convertirse en impulso para soñar con nuevas obras, vivir la reconciliación, y profundizar en el ideal de una comunidad unida y fraterna.

“De nada sirve edificar si la ruina de la mundanidad, el escándalo o el descrédito personal ronda la vida comunitaria. Debemos ser luchadores por ser mejores, por ser más santos”, afirmó.

El oratorio: signo de amor y confianza

Con palabras de esperanza y compromiso, el superior provincial hizo un llamado a asociados, candidatos e incorporados a vivir como una comunidad misionera que se sostiene y se proyecta desde el altar y el encuentro cotidiano.

“No renunciemos al ideal de una comunidad que vive y camina junta para la misión. El carisma, la reconciliación, la fraternidad… esa es nuestra fuerza”, concluyó.

Finalmente, el P. Germán dirigió un gesto de envío al equipo de formación, a quienes entregó simbólicamente el nuevo edificio:

“Cuídenlo, ámenlo, háganlo instrumento de santidad y de desarrollo integral para los miembros de la comunidad”.

Un nuevo altar para los nuevos sueños

En una época marcada por desafíos económicos, pastorales y culturales, la inauguración del oratorio es un signo de fe, visión y esperanza. Un recordatorio vivo de que, como lo enseñó el P. Rafael García Herreros, el amor a Jesús y a los pobres construye templos que no solo tienen muros, sino corazón.

Que este oratorio nos anime a soñar, a orar, a reconciliarnos y a seguir construyendo comunidad al estilo del Corazón de Jesús.

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