Oración compartida de septiembre

Oración compartida de septiembre

La comunidad padre Alfonso Ruiz, de la parroquia San Juan Eudes en la Provincia de Venezuela, les propone que celebramos los santos Arcángeles: Miguel, Gabriel y Rafael.

Ya en este mes de septiembre hemos recordado a nuestros Mártires Eudistas: François-Louis Hébert, François Lefranc y Pierre-Claude Pottier (1792); el 8 la Natividad de la Santísima Virgen María y el 12 la Fiesta del Santo Nombre de María.

San Juan Eudes nos dice que el Señor nos dio aparte de su Corazón, el de su Madre y el de los Santos, el de los Angeles para nuestra protección, para unirnos en oración y ser un solo corazón para la gloria de su Padre

ORACIÓN INICIAL: Oremos con san Juan Eudes, 16

Adoremos a Dios, nuestro Padre. Reconozcamos ante él nuestra incapacidad para orar debidamente. Entreguémosle nuestro corazón y nuestro espíritu con el deseo de hacer esta oración únicamente por su amor. Entreguémonos a nuestro Señor Jesucristo para que nos llene de su Espíritu Santo, puesto que sólo animados por este Espíritu podemos orar como conviene. Roguemos a la Virgen María, a los ángeles y a los santos, nos concedan la gracia de hacer bien esta oración.

Amén.

CANTO.

LECTURA  EUDISTA:  (Leccionario Propio 44 y 9)

Adora y contempla a nuestro Salvador en el exceso de su bondad y en los generosos dones de su amor.

Porque nos da el ser y la vida con todos los bienes que los acompañan. Nos da este mundo inmenso, lleno de una multitud y diversidad de seres que nos sirven y aun nos recrean. Nos da sus ángeles como protectores y a sus santos como abogados e intercesores. Nos da su santa madre para que sea nuestra madre bondadosa. Nos da los sacramentos y misterios de su Iglesia, que nos salvan y santifican. Nos da su eterno Padre como nuestro Padre verdadero; su Espíritu Santo como nuestra luz y nuestro guía.

Además de todo ello nos da su propio Corazón que es el principio y origen de todos estos dones. Jesús no se contenta con darnos su Corazón. Nos da también el Corazón de su eterno Padre, el de su santa madre, los corazones de los ángeles y de todos los santos, y hasta los corazones de todos los hombres del mundo…

Por parte nuestra ofrezcámosle también, en acción de gracias, el Corazón de su eterno Padre, el de su santa madre, el de sus ángeles y santos y el de todos los hombres. Porque tenemos derecho a disponer de ellos como de nuestro propio corazón, ya que su Apóstol nos asegura que el Padre eterno nos ha dado, junto con su Hijo, todas las cosas (Rom. 8, 32) y que todo es nuestro (1° Cor. 3, 22).

Por eso, Señor mío, nos diste tu Corazón, que es el de tu Hijo Jesús, como también el de su divina madre y los corazones de todos tus ángeles y santos que reunidos forman un solo corazón.

La oración es una participación de la vida de los ángeles y de los santos, de la vida de Jesucristo y de su santa madre y de la misma vida de Dios. Porque los ángeles, los santos, María y Jesús viven en un continuo ejercicio de oración, de contemplación y de amor a Dios y de intercesión por nuestras necesidades.

Finalmente, la oración es la ocupación más digna, noble y elevada, porque es la misma de los ángeles, los santos, la santa Virgen, Jesucristo y la Trinidad bendita por toda la eternidad, como será también la nuestra por siempre en el cielo. Esta es la genuina y propia función del hombre y del cristiano, puesto que el hombre ha sido creado para Dios, para vivir en familiaridad con él, y el cristiano está sobre la tierra únicamente para continuar en este mundo la ocupación de Jesucristo.

 

Momento de silencio…

LECTURA  BÍBLICA:  Marcos 13, 24ª. 26-27

24«Mas por esos días, después de aquella tribulación… 26…verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria; 27entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.»

 

ORACION FINAL: Oremos con san Juan Eudes, 127-128

 

San Miguel, príncipe de la milicia celestial,

(TODOS: RUEGA POR NOSOTROS)

Protector de los humildes,

Defensor de la Iglesia,

Amparo de los creyentes,

Arcángel san Gabriel,

Confidente de los divinos misterios,

tú que interpretaste a Daniel la divina visión,

tú que anunciaste el nacimiento de Juan Bautista,

tú que fuiste mensajero de Dios ante María Virgen,

tú que la llamaste llena de gracia,

tú, escogido para anunciar la encamación del Verbo,

tú que trajiste desde el cielo el nombre de Jesús,

tú que fuiste el primero en pronunciarlo,

tú que te apareciste en sueños a José,

tú que gozaste de la afectuosa cercanía de Jesús, María y José,

tú que confortaste a Jesús en su agonía,

tú, servidor fiel de Jesucristo,

tú que velaste solícito sobre María,

tú que proteges a los que aman a Jesús y María,

San Rafael, Guía de los peregrinos,

tú que ahuyentas al Maligno,

tú que curas las cegueras,

tú que consuelas a los afligidos,

Santos serafines y querubines,

Todos los coros angélicos,

Santos arcángeles,

Todos los ángeles santos,

Ángeles que contemplan el rostro del Padre Dios,

Ángeles que proclaman el divino Trisagio,

Ángeles que entregaron la Ley a Moisés,

Ángeles que anunciaron la Buena Noticia del nacimiento de Cristo,

Ángeles que cantaron el Gloria a Dios en las alturas,

Ángeles que sirvieron a Cristo en su retiro en el desierto,

Ángeles que vestidos de blanco velaron su sepulcro,

Ángeles que después de la ascensión animaron a los discípulos,

Ángeles que precederán a Cristo en el juicio futuro,

Ángeles que separarán a justos de pecadores,

Ángeles que presentan a Dios las preces de los que oran,

Ángeles que confortan a los mártires,

Ángeles que veneran a los sacerdotes,

Ángeles que solícitos protegen a las santas vírgenes,

Ángeles que con especial afecto aman a los misioneros,

Ángeles que asisten a los agonizantes,

Ángeles nuestros de la guarda.

 

Dios, que admirablemente dispones

los servicios de los ángeles y de los hombres,

concédenos bondadoso que nuestra vida en la tierra

sea protegida por los mismos

que atentos te sirven sin cesar en el cielo.

Amén.

 

CANTO.

Oración Eudista

Oración Eudista

ORACIÓN EUDISTA COMPARTIDA

(preparada por los asociados amigos y colaboradores eudistas – AACE – de Benín)
19 de junio de 2020

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Hermanos y hermanas incorporados, candidatos, asociados, amigos, colaboradores y simpatizantes eudistas, reciben de parte de sus hermanos en Benín, el saludo fraterno en Jesús y María, y la invitación a hacer un itinerario con San Juan Eudes, en Cristo, cuyo Sagrado corazón celebramos en este período cuando el mundo está lacerado por la pandemia del corona-virus (COVID-19). Que la gracia de Dios nos mantenga sanos y salvos en el amor de Cristo.

Celebración Penitencial

Después de un momento de silencio comenzamos la celebración penitencial:

  • Señor, concédenos tu perdón

Hemos pecado contra Ti.

  • Muéstranos tu misericordia

Y seremos salvos.

  • Que Dios Todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

Amén

Luego decir juntos la siguiente oración eudista de contrición (O.C. I, 134):

¡Oh buen Jesús!, deseo tener toda la contrición y el arrepentimiento por mis pecados, que deseas que tenga; pero sabes que no puedo, a menos que Tú me los des. Entonces dámelos, por favor, mi Salvador, por tu gran misericordia. Sé muy bien que no soy digno de que me mires y me escuches; pero confío en tu infinita bondad, que me concederás lo que te pido encarecidamente, por los méritos de tu santa Pasión, de tu Santa Madre, de todos tus ángeles y todos tus santos. Oh Madre de Jesús, oh santos ángeles, oh benditos santos, rueguen a Jesús por mí para que me dé la contrición y el arrepentimiento perfecto por mis pecados. Amén.

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Meditación para la Fiesta del Corazón Divino

(Tercera meditación, O.C. VIII, 311-215)

Admiramos y adoramos la bondad incomprensible de nuestro amable Redentor, por habernos dado esta santa fiesta. Porque es una gracia extraordinaria que nos ha concedido. Para conocerlo bien, es necesario saber que todas las fiestas litúrgicas que la Iglesia celebra en el año son fuente de gracias y bendiciones.

Pero esta es un mar de gracia y santidad porque es la fiesta del Santísimo Corazón de Jesús, que es un inmenso océano de innumerables gracias. Esta es la fiesta de las fiestas, en cierto modo, especialmente porque es la fiesta del admirable Corazón de Jesús, que es el principio de todos los misterios contenidos en las otras fiestas que tienen lugar en la Iglesia, y la fuente de todo lo que es grande, santo y venerable en esas otras fiestas.

Por lo tanto, nos corresponde a nosotros dar infinitas gracias a este buen Salvador, e invitar a todos los ángeles y a todos los santos, a la santísima Virgen y a todas las criaturas a alabar, bendecir y glorificar con nosotros a Dios por este favor inconcebible.

También debemos prepararnos para recibir las gracias que Él quiere comunicarnos en esta maravillosa solemnidad, asumiendo la firme decisión de no omitir nada de lo que podemos hacer, sino poner todo nuestro cuidado y todos nuestros afectos y todos los medios posibles para celebrarla con dignidad y santidad durante los días de su octava.

¿Cuál es la finalidad y la intención por la cual el Rey de los corazones nos ha dado esta fiesta de su amable Corazón? Es para que le respondamos con los deberes que estamos obligados a rendir a este Corazón. ¿Cuáles son estos deberes? Hay cuatro principales:

El primero es adorarlo. Por lo tanto, adorémoslo con todo nuestro corazón y con todas nuestras fuerzas; porque es infinitamente digno de adoración, ya que es el Corazón de un Dios, del único Hijo de Dios y de un Hombre-Dios. Adorémoslo en nombre de todas las criaturas que deberían adorarlo. Ofrezcámosle toda la adoración que le ha sido dada y que le será dada para siempre en la tierra y en el cielo.

¡Oh, mi Salvador, que todo el universo se convierta en adoración ante tu divino Corazón! ¡Oh, cuán voluntariamente consentiría, con tu gracia, en ser aniquilado

ahora y por siempre, para que el Corazón de mi Jesús sea adorado incesantemente por todo el universo!

El segundo deber es alabar, bendecir, glorificar y agradecer a este Corazón infinitamente generoso, por todo el amor que dio y dará por siempre al Padre eterno, a su Santísima Madre, a todos los ángeles, a todos los santos, a todas las criaturas y a nosotros especialmente; y por todos los regalos, favores y bendiciones que han salido de este inmenso mar de gracias, que se han extendido sobre todas las cosas creadas, y especialmente sobre nosotros. ¡Oh Corazón magnífico de Jesús!, te ofrezco todas las alabanzas, las glorias y la acción de gracias que te han sido y te serán dadas en el cielo y en la tierra, en el tiempo y en la eternidad. ¡Oh, que todos los corazones te alaben y te bendigan para siempre!

El tercer deber es pedirle perdón a este buen Corazón por todos los dolores, penas, angustias y martirio sangriento que sufrió por nuestros pecados; y en reparación, ofrezcámosle todas las alegrías que le han sido dadas por el Padre eterno, por su santa Madre y por todos los corazones que lo aman con fervor y fidelidad; y aceptemos, por amor a Él, todos los problemas, penas y aflicciones que nos sucederán.

El cuarto deber es amar a este Corazón amoroso de manera cordial y ferviente, y amarlo en nombre de todos los que no lo aman, y ofrecerle todo el amor de todos los corazones que le pertenecen. ¡Oh Corazón todo amable y todo amor!, ¿cuándo te amaré cómo debiera? ¡Pobre de mí! Tengo un número infinito de obligaciones para amarte, y puedo decir que todavía no he comenzado a amarte como debo. Por favor ayúdame a comenzar ahora; destruye en mi corazón todo lo que no te gusta, y establece allí perfectamente el reino de tu santo amor.

Responsorio

  • Todo me lo confió mi Padre y tanto amó el Padre al mundo que le dio a su Hijo unigénito.

R / Por eso todo te pertenece.

  • Entonces, denme su corazón, pequeños míos, y yo les daré mi Corazón.

R / Por eso todo te pertenece.

Oración de Intercesión
En unión con todos los incorporados, asociados, amigos, colaboradores y simpatizantes eudistas de todo el mundo, elevemos nuestras voces a Dios Padre y confiemos a Él la Iglesia, la Congregación y nuestra misión.

R / Sagrado Corazón de Jesucristo, reúnenos en tu amor.

Jesús, cuando entraste al mundo, dijiste: «Aquí estoy mi Dios, para hacer tu voluntad»;

  • Concédele a tu Iglesia vivir esta voluntad del Padre, con un gran corazón y generosamente.

Señor, en tu oración, quieres asociarnos a la contemplación de la gloria del Padre;

  • Danos tu Corazón y ven y reza a tu Padre en nosotros.

¡Oh Jesús!, tu amor por nosotros te condujo al despojo de la Cruz;

  • Enséñanos a amarte con un corazón realmente

Jesús, querías en tu corazón reunir todo el universo y unirlo con el Padre;

  • Concédenos vivir en ti en el corazón del mundo, hoy plagado por el corona-virus.

Señor, eres la unidad de aquellos que aceptan tu amor;

  • Concede a nuestras comunidades tener en Ti un solo corazón y una sola.

Luego sigue un breve momento de silencio…

PADRE NUESTRO

Padre nuestro…

ORACIÓN FINAL

Señor Dios, Padre de misericordia, en tu bondad sin medida nos has dado el Corazón amoroso de tu amado Hijo. Concede que nuestros corazones se unan estrechamente entre sí y con Él, para que nuestro amor por Ti sea perfecto.

Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor y nuestro Dios, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, ahora y por los siglos de los siglos, amén.

Finalmente, recitamos juntos el Ave Cor

AVE COR

Alégrate, Corazón santo Alégrate, Corazón manso

Alégrate, Corazón humilde Alégrate, Corazón puro Alégrate, Corazón ferviente Alégrate, Corazón sabio Alégrate, Corazón paciente Alégrate, Corazón obediente Alégrate, Corazón solícito Alégrate, Corazón fiel

Alégrate, Corazón fuente de toda felicidad Alégrate, Corazón misericordioso.

Alégrate, Corazón, lleno de amor, de Jesús y de María.

Te adoramos, te alabamos,

te glorificamos, te damos gracias.

Te amamos con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma,

con todas nuestras fuerzas.

Te ofrecemos nuestro corazón, te lo entregamos,

te lo consagramos, te lo inmolamos.

Acéptalo y poséelo plenamente, purifícalo, ilumínalo y santifícalo, para que en él vivas y reines, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

Amén